La inmensidad del cielo y su infinidad de luces.
Un viento frío nos estremece,
mientras las copas de vino apuran nuestros deseos.
La noche grita en silencio; enolviendo la atracción incandescente,
y cada vez estoy más cerca.
Las primeras caricias, van buscando descifrar la perfección y un ritmo lento, que se combina con delicadas miradas que ya no resisten y acortan aun más la distancia.
Tu cuerpo comienza a destilar agonía. Te acercas con excitación para dominar mis sutiles movimientos, pero mi boca te incita sin prudencia. La tensión se evapora en un instante y los labios comienzan a rozarse.
La perversión infunde cada uno de nuestros impulsos más ocultos y ya no alcanzan los latidos. Devastándonos el uno al otro, nuestros cuerpos se asfixian de placer y el sudor nos empapa, matando con indiferencia la frialdad desapacible de la noche.
El cansancio y los rayos del sol, irrumpen sobre nosotros,
debilitándonos hasta vencer la resistencia de nuestros cuerpos.
Enredados, y sosegados por la falta de fuerzas, nos entregamos al sueño.
sábado, 1 de agosto de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Laura:
¡Qué bueno...
... que seguís escribiendo!!!
... que seguís publicando!!!
... !!!
Gustavo
muy bueno!!!
grosso!
super intennnnnnnnnso
te felicito amiga!
lobiu always
Publicar un comentario