Como una sombra que al caminante afirma,
siempre a punto de brotar me sugiere imperiosa
el juego eterno de contenerla y someter al desconsuelo.
Soportando aquella pesadumbre y su textura vidriosa
que a sabiendas querrá, cuando esté desprevenida,
aliviar la tensión.
¿Quién dice que se aquieta la angustia?
¿Acaso, no has derramado tu dolor en extensos ríos infinitas veces?
Y digo entonces que quebrando en llanto, no suavizaré lo áspero
ni sujetando al dolor, derribaré mis penas.
En tal caso, seguiré fingiendo y que el tiempo se apiade de mí.
Y cuando los ríos desborden probablemente la compasión los provoque.
Culposos sentirán ellos también que se les cae una lágrima.
martes, 27 de octubre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Me encantó éste especialmente, mucha fuerza, cala hondo...buenísimo...
Publicar un comentario